Costumbre funeraria en Paterna a lo largo de la historia

Costumbre funeraria en Paterna a lo largo de la historia

A diferencia de las costumbres utilizadas por romanos y musulmanes de enterrar a los difuntos fuera de las poblaciones y en lugares cercanos a los caminos de entrada y salida de las mismas, como los enterramientos que existen en Paterna del Campo en el camino de Manzanilla y el camino de la Sierra (hoy de la Pastora), no es sino a partir del siglo XIII, periodo que coincide con la expansiĆ³n de la cristiandad por nuestra tierra, cuando se inicia la costumbre de realizar enterramientos dentro de los templos parroquiales. 

Paterna del Campo no iba a ser diferente y, cuando se constituye la Parroquia de San BartolomĆ© ApĆ³stol, se inician los enterramientos dentro del templo, repartiĆ©ndose a lo largo de sus tres naves, una central y dos laterales. Los enterramientos eran individuales o colectivos, y nos consta la existencia de criptas en el altar mayor y la capilla del Sagrario. TambiĆ©n era costumbre la creaciĆ³n de osarios colectivos donde se depositaban los restos de las tumbas que habĆ­a que ir desalojando ante nuevas inhumaciones, pues el templo tenĆ­a las dimensiones que tenĆ­a. TambiĆ©n posee, como en otras iglesias, criptas sufragadas por familias nobles que las construĆ­an para sus difuntos y, de camino, costeaban la ampliaciĆ³n de la parroquia mediante la construcciĆ³n de una capilla anexa al templo, como es el caso de la capilla donde se encuentra actualmente la Imagen de la Virgen de las Virtudes, y que denominaban la “capilla de los Calvos”. 

Pero los aƱos trascurrĆ­an, el espacio en el interior del templo para sepulturas se agotaba, la densidad de la poblaciĆ³n aumentaba y venĆ­an Ć©pocas de epidemias e insalubridad, lo que provocaba que se tuvieran que realizar inhumaciones en el exterior del templo, eso sĆ­, manteniĆ©ndose cercanas al mismo por la creencia que se tenĆ­a sobre los beneficios espirituales que obtenĆ­a el difunto al estar enterrado en lugar sagrado. 

En Paterna desconozco cuĆ”ndo se iniciĆ³ esta prĆ”ctica. Sabemos a ciencia cierta que la actual Plaza de AndalucĆ­a fue el lugar elegido para este camposanto, al menos desde mediados del siglo XVIII, aunque imagino que existirĆ­a desde mucho antes. En dicho lugar existĆ­a un monumento a las Ć”nimas rematado con una cruz (que tambiĆ©n fue objeto de polĆ©mica cuando tuvo lugar la reconstrucciĆ³n de la torre parroquial tras el terremoto de Lisboa), ademĆ”s de la Ermita de la SantĆ­sima Trinidad en el lugar que hoy ocupa la peƱa sevillista, advocaciĆ³n muy comĆŗn en las capillas de los cementerios de los distintos pueblos. 

TambiĆ©n me consta que en Paterna hubo otros lugares donde se producĆ­an enterramientos, como son los casos del Hospital de la Misericordia, que se encontraba en la que hoy es la calle AndalucĆ­a (Calle Misericordia), el Convento de las Monjas de la Orden de Malta o Sanjuanista, de Santa MarĆ­a del Monte Calvario, que se encontraba en lo que hoy es la calle Fray Melquiades (Calle las Monjas), o la Ermita de la Soledad, que se encontraba en el nĀŗ22 de la calle Virgen del Carmen (Calle de la Carrera), sobre todo en Ć©pocas de pandemia, como la ocurrida del cĆ³lera durante el siglo XIX. 

El osario hallado en estos dĆ­as tras las obras en los aledaƱos del templo parroquial por empleados municipales, se trata sin duda de unos de esos enterramientos colectivos que existĆ­an en este camposanto. Su forma, estancia abovedada, construida de ladrillos, con una bĆ³veda de medio caĆ±Ć³n que se extiende desde un extremo al otro de la fosa. Por otros modelos, deberĆ­a tener acceso en forma de escalinatas en uno de sus extremos, no es el caso, porque no ha aparecido. 

De cualquier forma, las preocupaciones por la salubridad pĆŗblica, la estĆ©tica y el respeto debido a los templos en las Ćŗltimas dĆ©cadas del siglo XVIII propiciaron la aceptaciĆ³n de la construcciĆ³n de cementerios alejados de los pueblos o ciudades, no solo entre las autoridades, sino tambiĆ©n entre los mismos feligreses. A esto se sumĆ³ la promulgaciĆ³n de la Real CĆ©dula expedida por S. M. Carlos III en 1787, en la que exhortaba a las autoridades ciudadanas a acondicionar espacios fuera de los recintos urbanos para el enterramiento de cadĆ”veres. Obviamente, como suele ocurrir, el acatamiento de esta norma no fue inmediato. Paterna del Campo construye su cementerio en el sitio que llamamos “Cerro PavĆ³n”, en la primera mitad del siglo XIX, en una pequeƱa elevaciĆ³n del terreno alejado de la poblaciĆ³n entonces y que propiciaba la entrada de todo tipo de vientos, dando salubridad al lugar y a la poblaciĆ³n. En el aƱo 1890, sufre una ampliaciĆ³n nuestro camposanto, no sin antes derribar la capilla que poseĆ­a y sustituirla por el monumento a las Ć”nimas que en la actualidad posee y que conforma su estructura actual.

Como he dicho, es mi visiĆ³n particular ante la apariciĆ³n de estos restos de nuestros antepasados, vistos desde la costumbre funeraria en Paterna del Campo a lo largo de su historia. Un trabajo mĆ”s profundo podĆ­amos sacar conclusiones mĆ”s concretas. Todo se andarĆ”.